¿Te has dado cuenta de que cuando los padres se reúnen, no tarda en salir el tema de los niños y las redes sociales? Eso se debe a que la preocupación por el tiempo frente a una pantalla es un gran problema, especialmente en esta época posterior a la pandemia. Los padres quieren saber: ¿Cuánto tiempo es demasiado tiempo frente a una pantalla? ¿Cuándo debemos intervenir? ¿Cómo revertimos los malos hábitos y cuáles serán las consecuencias digitales duraderas de este confinamiento?
Dependencia de los dispositivos
Estas conversaciones son muy importantes para los padres por una buena razón. Según un informe de Common Sense Media, los adolescentes pasan un promedio de siete horas y 22 minutos al día en sus teléfonos. Los preadolescentes (de 8 a 12 años) pasan cuatro horas y 44 minutos al día. Este tiempo no incluye los trabajos escolares.
Desde la pandemia, otro estudio afirma que el tiempo en pantalla de los adolescentes se duplicó a 7.7 horas al día, además de 5 a 7 horas diarias de aprendizaje en línea, según un estudio publicado en JAMA Pediatrics. Además, según los informes del Journal of Affective Disorders, los niños en general han pasado casi el triple de tiempo recomendado en sus pantallas.
La buena noticia es que las redes sociales también se convirtieron en una poderosa herramienta para los niños durante la pandemia. Los canales sociales ayudaron a los niños a conectar con sus compañeros y a combatir la soledad y otros problemas de salud mental. Sin embargo, el mal hábito de la dependencia de los dispositivos puede haber llegado junto a esos beneficios.
Revisar el tiempo frente a la pantalla
Mientras continúa el debate sobre el impacto de las redes sociales en los niños y la metodología de investigación sigue evolucionando, podemos aferrarnos a una verdad clara: cualquier actividad en exceso puede perjudicar a los niños. Cuando se trata de redes sociales, demasiado tiempo frente a una pantalla puede contribuir a la privación del sueño, a la falta de salud y a los malos resultados académicos. Además, los estudios demuestran que la salud mental puede verse afectada por la exposición a los discursos de odio, los contenidos sexuales, el ciberacoso y la comparación con los demás, tanto física como económicamente.
Como padres, sabemos cuando el bienestar de nuestra familia está en peligro. Lo vemos aunque no lo reconozcamos de inmediato. Nuestros hijos pueden sentir la compulsión de revisar sus teléfonos. De hecho, entran en pánico cuando no pueden revisar sus “me gusta” y comentarios cada pocos minutos. Notamos los ojos rojos y el mal humor en la mesa del desayuno causado por un maratón nocturno de TikTok. Percibimos una oleada de ansiedad en nuestros hijos cuando la tecnología pasa de ser entretenida a ser angustiosa.
Afortunadamente, nunca es demasiado tarde para ayudar a tus hijos a entender mejor el impacto de sus acciones y revisar los hábitos digitales.
Establecer nuevos hábitos
1. Empezar con algo pequeño y hacerlo divertido.
En el exitoso libro Atomic Habits, el autor James Clear dice: “La tarea de romper un mal hábito es como arrancar un roble poderoso dentro de nosotros”. Y añade: “La tarea de construir un buen hábito es como cultivar una delicada flor día a día”. El cambio duradero, dice claramente, tiene que ser agradable, no un castigo. Si el objetivo es reducir el tiempo que tu hijo pasa frente a una pantalla, considera la posibilidad de vincular los límites de tiempo a una actividad agradable, como hacer una comida juntos o crear un espacio de arte en su casa para proyectos creativos.
2. Considerar un toque de queda para el dispositivo.
Aquí están los datos: Las pantallas brillantes (y la luz azul emitida por los dispositivos) pueden causar problemas permanentes en el ciclo del sueño y en el cerebro/la melatonina, lo que puede tener un efecto en cascada sobre la salud física y mental. Apagar (o limitar el uso de) los dispositivos electrónicos al menos 15-30 minutos antes de acostarse puede ayudar a prevenir cualquier efecto adverso de la tecnología y el uso de las pantallas sobre el sueño. Considera la posibilidad de invertir en software de filtrado que venga con los límites de tiempo que toda la familia pueda acordar. Investiga para asegurarte de que la tecnología de tu familia funcione para empoderar, educar y entretener.
3. Fomentar el uso consciente de las redes.
Considera cómo utiliza tu hijo su tiempo antes de sugerir cambios radicales en su tiempo en pantalla. ¿Está vegetando o interactúa de manera consciente? ¿Está creando y aprendiendo? ¿Se relaciona con otros o acecha cuentas y cae en la “desesperación de la comparación”? ¿Se resienten las responsabilidades familiares y escolares? ¿Existe una compulsión o una reflexión al publicar? Todos los niños son diferentes, y todas las experiencias en línea varían. Anima a tu hijo a dedicar tiempo a considerar cómo se siente y qué piensa mientras utiliza la tecnología.
4. Educar a tus hijos: utilizar datos.
Una forma de negociar los límites del tiempo frente a una pantalla es asegurarse de que tus hijos entienden el impacto del exceso de redes. El equilibrio incluye aprovechar los beneficios de las redes sociales al tiempo que se toman medidas para proteger la necesidad del cuerpo de realizar actividad física, las relaciones en la vida real, la fijación de objetivos, las actividades creativas, la atención plena y la autorreflexión.
Ayudar a los niños a gestionar y revisar constantemente sus hábitos en las redes sociales es una tarea que debe realizarse las 24 horas del día, desde que se levantan hasta que se duermen. La parte más importante de ese plan de “gestión” es mantener una comunicación frecuente, abierta y honesta, una parte fundamental del diseño de hábitos que fomenten una relación saludable tanto con los compañeros como con la tecnología.